Parecía que en la
Habana no brillaría el sol aquella tarde de julio. El presagio de una tormenta
tropical, precedida por fuertes lluvias y vientos, atentaba contra la
celebración prevista bajo pleno cielo de verano. Sin embargo, incluso una hora
antes de la ceremonia matrimonial, la novia estaba serena. Algo le decía a María
Carla que su boda sería perfecta, como siempre la soñó. Y es que, como el padre
del novio pronunciaría en su discurso, María Carla tiene un don para hacer sus
sueños realidad.
María Carla y Antonio crecieron en el mismo
barrio y asistieron a la misma escuela primaria en la Habana. Sin embargo,
nunca se vieron. No fue hasta años después cuando se encontraron en una misma
página de Facebook, donde breves mensajes esporádicos se convirtieron en largos
diarios de confidencias durante meses. Ella por aquel entonces terminaba su
penúltimo año en la Universidad de Harvard, en Cambridge, mientras él se
desempeñaba como ingeniero en la Habana. Su amor epistolar fue la antesala del
encuentro verdadero que se produjo meses más tarde, en Cuba, cuando él y una
rosa la esperaban a escondidas. Un año después, aterrizaban en Londres para
comenzar su vida juntos como estudiantes de posgrado.
María Carla sabía que el sol no se podría
resistir a semejante historia de amor. Y en efecto, aquella tarde de julio, la
lluvia finalmente cesó para dar paso a una boda muy especial para Aire de
Fiesta.
Como detalles curiosos:
María Carla y
Antonio querían una boda profundamente habanera, y no quedaron decepcionados.
Un séquito compuesto por niños que jugaban en la calle, un trío de música
popular cubana y hasta un grupo de turistas uruguayos espontáneamente acompañó
a María Carla y su corte en su caminata hasta la Catedral.
La papelería de la boda fue seleccionada cuidadosamente, fueron diseñados por el padrino de bodas marcadores de libro que contenían datos específicos de la historia de amor de la pareja y enviados a los invitados como Save the date. A su vez, las invitaciones reflejaban un dibujo de la Catedral, templo seleccionado para su ceremonia.
Los floristas de
Aire de Fiesta se esmeraron para crear un precioso bouquet nupcial de rosas y
claveles que escondiera una sorpresa: al momento de arrojarlo, el bouquet se
dividió en ramos más pequeños, ofreciendo a seis solteras, no sólo una, la
oportunidad de aspirar a una boda cercana.